El otro día habían natillas de oferta en el supermercado (de estas tipo Danet) y decidí comprar unas cuantas... quizá demasiadas. Y una vez en casa, pensé qué podía hacer con ellas, además de comérmelas con una cuchara. Tenía hojaldre y manzanas, y se me ocurrió que igual salían unas tartaletas de manzana, pero en lugar de poner crema pastelera, no sabía qué iba a pasar si ponía natillas.
Hay cosas que cuando se calientan, pierden toda su estructura y quedan hechas un asco. Y no sabía si las natillas iban a ser una de esas cosas que no se pueden meter en el horno. Ahora ya sé que sí que se pueden poner... ¡al menos, para hacer estas tartaletas! jajaja.
Lo que tenía claro es que podían pasar dos cosas: O que fuese un auténtico desastre y acabase todo en la basura y en mi blog de Pifias en la cocina (que no sería la primera vez... jajaja), o que saliese bien. Si salían bien, esta receta podía ser perfectamente una receta para novatos en la cocina, porque no se tiene que hacer casi nada. La única complicación en hacer las tartaletas es hacer la crema pastelera. Y si ya te la dan hecha (aunque sea un sucedáneo), pues mejor que mejor.
¡Y aquí tenéis el resultado! ¡Mi marido pensó que eran de pastelería!. Quedan exactamente igual que las que llevan crema pastelera. Por lo tanto, ¡Atención, principiantes en la cocina! Aquí tenéis una receta súper fácil de hacer y vais a quedar como unos señores, porque el resultado es igual que una tartaleta de las que podéis comprar en la pastelería. Podéis ver el resultado en las fotos. Y el sabor es el mismo.
Por lo tanto, ¡apuntad la receta!